3 conceptos para desarrollar una mayor resiliencia en tiempo de Coronavirus

por | May 26, 2020 | Manejo del estrés

Según las cifras de Consulta Mitofsky publicadas en El Economista el 23 de Marzo de 2020, 63% de los mexicanos encuestados del 20 al 22 de marzo dijeron tener miedo a contagiarse del coronavirus, ellos o alguien de su familia, y casi el 45% mostraba mucho o algo de miedo a morir por esta enfermedad.

A los niveles de estrés que se manejan en el ámbito laboral y la vida diaria, ahora se suma la creciente incertidumbre relacionada con el Covid-19, el bombardeo de noticias y la progresiva puesta en confinamiento, todo acompañado de un incremento en la ansiedad, la preocupación y las negatividades.

Cuando nuestra mente se encuentra atrapada en pensamientos negativos, las consecuencias a nivel individual pueden ser desafortunadas, afectando no sólo de manera negativa nuestra vida sino también permeando en el ámbito laboral: Sentimientos de impotencia y de estar sobrepasado por los acontecimientos, incremento en el pesimismo, aislamiento social, desinterés, pérdida de motivación, inestabilidad y agotamiento emocional. Lo que parecía sintomático en algunos colaboradores, puede contagiarse de un líder a su equipo, entre equipos de trabajo, a los clientes o a los proveedores.

En diferentes grados, estas respuestas emocionales y psicológicas son naturales, pero conviene aprender a trabajar con ellas. La manera de superar esta tendencia es construir una mayor resiliencia. La resiliencia puede resumirse como nuestra capacidad de superar circunstancias adversas. Existen varias maneras de construir una mayor resiliencia, hoy nos enfocaremos en tres conceptos que permiten desarrollar y mantener la resiliencia.

1. Recobrar la calma.

Si queremos construir una mayor resiliencia en una situación adversa, es primordial, en primer lugar, poder mantener o recobrar la calma. Una mente en calma nos permitirá ver con claridad y tomar mejores decisiones. En un estudio realizado con más de 15,000 personas, Matthew A. Killingsworth y Daniel T. Gilbert de la Universidad de Harvard, descubrieron que 47% del tiempo las personas estaban pensando en algo diferente a lo que estaban haciendo, y en esos momentos, declaraban sentirse menos felices. Una mente que divaga puede tener un costo emocional para las personas.

Primero, tenemos que darnos cuenta de nuestros estados mentales y emocionales. Se puede lograr en la medida en la que seamos capaces de desarrollar una mente atenta.

Segundo, si nos damos cuenta que nos estamos dejando llevar por nuestros trenes de pensamientos negativos, tenemos que poder aplicar alguna estrategia para calmarnos.

Existen muchas maneras de desarrollar una mente atenta y en calma. Una de ellas es practicar la atención plena, también conocida como mindfulness. El Greater Good Center de la universidad de California, UC Berkeley, define mindfulness como el proceso de llevar nuestra atención a nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones corporales, a lo que nos rodea, de manera gentil, con aceptación y sin juzgar. Puede ayudar a mantener una mente estable, serena y enfocada, con la capacidad de poder recobrar la calma y la claridad necesarias para tomar mejores decisiones y construir resiliencia. Inclusive, estudios demostraron que programas de atención plena pueden ayudar a reducir los síntomas de ansiedad y pánico (Jon Kabat-Zinn et al.)

2. Generar un ambiente de confianza

Saber que podemos contar con nuestros colaboradores nos ayuda a navegar en el medio de circunstancias adversas y a generar un mayor optimismo hacia el futuro.

Para lograr eso, es crucial poder generar un ambiente de confianza. Algunas investigaciones en neurociencias van en este sentido. Por ejemplo, en su artículo publicado en Harvard Business Review, Paul Zak, Director Fundador del Center for Neuroeconomics Studies de la Claremont Graduate University, nos cuenta cómo los niveles de confianza no sólo generan mayor bienestar en las personas y organizaciones, sino también cómo impactan positivamente el compromiso y desempeño de los colaboradores.

La empatía y la compasión son elementos fundamentales en el desarrollo de la confianza en equipos de  trabajo. Algunos elementos nos pueden ayudar a lograr eso:

Generar “cercanía emocional” en periodos de “distanciamiento social” es clave. Se recomienda agendar videollamadas regulares con nuestros equipos con el propósito de preguntar cómo se sienten y dejar en claro el interés que tenemos en su bienestar.

Escuchar, de manera atenta, sin opinar, sin interrumpir, con curiosidad y genuino interés, nos permite entender mejor cómo se sienten los demás en lugar de asumir. Dejar saber que somos un oído amistoso fortalece las relaciones y la confianza.

Apreciar y reconocer el apoyo que nos brindan los colaboradores nos permite darnos cuenta que a pesar de las dificultades no estamos solos. Por consecuencia, nos ayuda a tener una mente más balanceada en lugar de estar siempre centrada en los aspectos negativos o de falta de recursos.

Al reconocer el apoyo de los demás, particularmente en momentos difíciles, puede hacer florecer el deseo de retribuir la ayuda hacia los colaboradores de trabajo y generar un círculo virtuoso y una mayor confianza.

Cuales sean las estrategias elegidas, es importante resaltar la importancia de privilegiar la calidad a la cantidad: Respetar las diferentes opiniones, ser auténtico y elegir el momento correcto, en el espacio correcto. 

3. Regresar a lo que nos motiva

¿Cuál es ese motor que nos ayuda a progresar en la vida? El propósito. Tener un propósito nos permite navegar en medio de las dificultades. Es nuestra brújula interna. Investigaciones confirman que los propósitos contribuyen en reducir el desarrollo de la ansiedad.

Sentimos que nuestro trabajo nos llena de significado cuando nuestros comportamientos y decisiones están alineados con esos valores. Lograr conectar nuestros propósitos con nuestro día a día laboral nos ayuda a enfrentar situaciones difíciles.

Nuestros propósitos son el resultado de una reflexión sobre nuestros valores y lo que más anhelamos en la vida, sobre lo que esperamos de los demás, lo que queremos dar a los demás. De ahí viene una fuerte conexión entre nuestros anhelos, nuestros propósitos, y nuestro sentido de gratitud y generosidad antes mencionados.

Encontrar, o reencontrarnos con nuestros anhelos más profundos no es tarea sencilla, requiere esfuerzo y dedicación. Pero paradójicamente, puede ser en el medio de las situaciones más difíciles que podamos reconocer lo que más deseamos en la vida, y logremos conectarlo con nuestro trabajo.

Mentes a la obra

No cabe duda que estamos pasando por uno de los momentos más retadores que hayamos conocido. Desarrollar una mayor resiliencia se ha vuelto imprescindible, tanto a nivel personal como en las empresas.

El escritor y filósofo griego Nikos Kazantzakis decía: “Ya que no podemos cambiar la realidad, cambiemos los ojos con que vemos la realidad”.  Recobrar la calma, generar un ambiente de confianza y (re)conocer nuestras motivaciones es uno de los caminos para “cambiar esta realidad”. No significa que no aceptemos u olvidemos las situaciones adversas. Tampoco significa que no sigamos apoyando o solidarizándonos con las personas y familias afectadas por la enfermedad o con los trabajadores de la salud que nos protegen. Al contrario, se trata de desarrollar nuestra capacidad para balancear nuestros pensamientos. Al desarrollar estos rasgos del liderazgo socioemocional, no solamente saldremos más fortalecidos individualmente sino que seremos capaces de proveer un mayor apoyo a los demás, inclusive dentro del ámbito laboral.

No es tarea fácil. ¿Cuál es la buena noticia? Que como cualquier aptitud socioemocional, poder desarrollar la resiliencia no depende de nadie más, ni de ningún factor externo. Depende de nosotros mismos puesto que depende de nuestra mente.

¡Mentes a la obra! ¿Qué puedes hacer para desarrollar tu resiliencia y la de tus colaboradores?

David Pons – Director fundador de neolíderes.
davidpons@neolideres.com

Mi más sincera gratitud por mis mentores, maestros, profesores, familiares, mi esposa y todas las condiciones favorables sin los cuales no pudiera haber escrito y compartido este artículo.

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